Lo normal que suele pasar cuando un político llega al poder es suscitar controversia, pues suele ser apoyado por una parte de la sociedad y denostado (o cuestionado) por otra. Donald Trump no iba a ser la excepción que confirmara la regla, pues a pesar de haber salido victorioso en las urnas, no cuenta con el beneplácito de los líderes de opinión e intelectuales de su país, ni del mundo.
Pero además, no sólo es que no cuente con el apoyo de gran parte del mundo, sino que ha logrado algo que parecía imposible, poner de acuerdo en sus peticiones al sector del automóvil mundial. La razón de esta situación se da tras la “Guerra Comercial” que ha iniciado al desempolvar una vieja ley de la Guerra Fria que le permite imponer aranceles a productos extranjeros alegando para ello “motivos de seguridad nacional”.
Toyota Motor Corporation Sector del Automóvil mundial
Hace unos días os contamos que Volvo y Daimler AG (matriz de Mercedes-Benz y Smart) habían avisado de que el cambio en las reglas comerciales podría ocasionar problemas económicos a nivel mundial. Tras ello, saltó a la palestra Harley-Davidson anunciando que se llevaría parte de su producción americana a un tercer país que no estuviera en guerra comercial con la Unión Europea, su principal mercado.
Pero a todo ello hay que sumar los movimientos que están ultimando México, China, la India o Japón. Estos cuatro países están ultimando un estudio para determinar qué productos provenientes de los Estados Unidos pueden sufrir incrementos en sus tasas y aranceles de entrada a sus países. Según el Secretario de Comercio de Estados Unidos, esta reacción es injustificada y desproporcionada, pues según él, no están haciendo daño a las economías y empresas de estos terceros países.
Grupo Volkswagen Sector del Automóvil mundial
A este revuelo mundial, el sector del automóvil americano, englobado en la Alianza de Fabricantes de Automóviles a hecho una advertencia muy clara. Si la guerra comercial abierta continúa, los precios medios de los vehículos subirán en Estados Unidos una media de 5.800 dólares que tendrán que asumir los consumidores. Esta situación, más las represalias secundarias que impongan la Unión Europea, China, la India y Japón, hundirá el consumo local.
Según han estimado, de llegar a esta situación, se pondrían en peligro 130 mil puestos de trabajo directos en el sector del automóvil. A ellos, habría que sumar los que ofrecen empresas proveedoras de servicios y componentes, concesionarios o transporte, ascendiendo a un total de entre 195 y 625 mil puestos de trabajo. Con todo, un conjunto de empresas (que engloba a más de 270 entidades) ha pedido al Senado de los Estados Unidos que revise la legislación que está empleando, pues ésta, estaba destinada a proteger la industria militar en tiempos de guerra, no la industria comercial.
Por ahora esta petición de revisión legislativa está bloqueada en el Senado, ya que la mayoría republicana lo está impidiendo. En todo caso, las firmas no se están quedando quietas, pues están devolviendo a la mesa de trabajo gran parte de las inversiones que ya se habían aprobado. Habrá que estar atentos a las novedades que se puedan dar, pero mucho nos tememos que esto solo acaba de empezar.
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