Seguramente tenemos algunos recuerdos de niños donde, dentro de la curiosidad propia de la edad, nos acercábamos a nuestros padres y abuelos que tenían el capo del coche levantado y veíamos como vertía agua dentro del reservorio, si no alcanzaba nos daban la tarea de ir a buscar más agua e íbamos corriendo a gusto con nuestra tarea. Eso muy seguramente quedó calado en nuestro subconsciente y nos quedamos con la idea de que el coche necesita agua.

Claro está que los tiempos han cambiado y que la evolución de los coches ha dado pasos agigantados; aunque en principio la estructura del motor es prácticamente igual, muchas de las cosas que lo hacen más eficientes han cambiado, entre ellas el líquido refrigerante o anticongelante.

Ya es prácticamente imposible que un fabricante de coches sugiera utilizar agua en el sistema de refrigeración, en su lugar especifica en el manual de usuario el tipo de refrigerante óptimo para tu motor.

Por la composición química del refrigerante este tiene un punto de ebullición más alto que el agua, un aspecto muy importante al momento de evitar sobrecalentamientos del motor, y por otro lado tiene propiedades antioxidantes, lo que hará que los componentes internos de tu motor se mantengan en excelente estado.

Aunque el uso del líquido refrigerante trae enormes beneficios a la vida útil del motor de tu coche, hay que tener cierta vigilancia, ya que como ocurre con los lubricantes, debe ser cambiado cada cierto tiempo, no tan frecuente como los lubricantes, pero por lo menos cada 20 mil kilómetros ya que sus propiedades se van desgastando con el uso.

Hoy en día, el uso del agua en el sistema de refrigeración debe dejarse solo para casos de emergencia, donde por alguna fuga o problema con las mangueras tengamos que reponer lo perdido y no tenemos a la mano el refrigerante, una vez resuelto el problema se debe hacer el vaciado del sistema y volver a colocar refrigerante en su totalidad, dejando para el recuerdo aquellos coches que eran refrigerados con agua.

Esther R.